En todas las partes del mundo la población está tomando conciencia de la caducidad de un modelo de agricultura basado en la industrialización y de los estragos que, a nivel medioambiental, conlleva. Pesticidas, GMOs (Genetically Modified Organisms; también conocidos como transgénicos) o la deforestación de la Amazonia por el cultivo de la soja –entre otros factores y cultivos– conviven con una demanda creciente de productos ecológicos, saludables y de producción local. Productos vegetales que han sido cultivados sin adobos ni pesticidas químicos y que no provienen de cultivos transgénicos.

La generación de agricultores que está liderando este cambio tiene entre 18 y 45 años y aboga por técnicas de mecanización low-tech, con preferencia por los motocultores, no sólo para mantener los costes de actividad al mínimo sino también porque sobre el terreno –en una explotación agrícola de pequeña o mediana extensión– son más manejables y eficientes que un tractor.

Equipados con múltiples aperos, los motocultores profesionales cubren multitud de tareas que contemplan desde el movimiento de la tierra –a priori, su función principal– hasta las labores de siega y de desbrozado, pasando por operaciones de limpieza y manutención.